El mejor ejemplo de grandeza

 

El mejor ejemplo de grandeza

Una historia dedicada al verdadero valor de la amistad



Sábado por la mañana, me despierto a las 7:15h como de costumbre, luego del primer sorbo de café decido revisar mi teléfono. Allí me encuentro de nuevo con la cruda realidad de la vida, cosas que tantos venezolanos como yo sentimos al recibir noticias de nuestros seres queridos, fuertes guerreros que no pudieron salir del desastre actual de nuestra tierra. 

Cuando nací viví con mis abuelos, ya que mis padres trabajaban mucho y lejos de mi pueblo, El Tocuyo, ciudad madre de Venezuela la cual llevo tatuada en mi alma. Un día sin más conocí a Miguel, un niño que vivía en condiciones precarias y que, junto a su familia, padecían la peor de las dificultades del mundo, ausencia de dinero. Como éramos solo un par de chicos no entraré en detalles económicos sino en la grandeza de Miguel, a quien considero mi primer y mejor amigo.

No se como inició todo, éramos tan pequeños que solo recuerdo las aventuras que vivimos juntos en las tierras de mi abuelo. Una parcela de unas cinco hectáreas aproximadamente en la que había árboles y un sistema de riego por unas canales que, para nosotros, eran como ríos destinados a la carrera de pequeños barcos. 

Éramos tan diferentes, yo blanco y tu negro, mi familia había estudiado, la tuya se dedicaba a trabajar, yo tenía juguetes, tú tenías un valioso espíritu, pero nada de esto importó para que pudiéramos compartir nuestra infancia. 

Un día decidí que quería ser como tú, eras más alto que yo, más rápido y más ágil, estas destrezas eran importantes para poder correr por las tierras y montarnos en los árboles, así como también, escapar de mis abuelos cuando se acercaban con los sarmientos de uva para darnos una lección por comernos los frutos destinados para la venta, además de haber provocado en una oportunidad un incendio que gracias a Dios no pasó a mayores.

Luego de unos años, me mudé a una residencia en la que hasta ahora sigue siendo mi hogar, ya mis padres comenzaron a pasar más tiempo conmigo porque mi madre había sido trasladada a una institución educativa cerca de casa. Aunque ya no nos veíamos todos los días, recuerdo que una vez mi madre te trajo a casa diciéndome que me tenía una sorpresa, cuanto te vi, pasamos de correr por allí a jugar en la consola cualquier cosa que fuese de dos jugadores. 

Una vez vi reflejada en ti la grandeza del liderazgo, la cual estoy comprendiendo ahora siendo mayor. Estábamos en tu casa y para regresar a casa de mis abuelos debíamos atravesar un lugar donde habían perros furiosos que nos perseguían, pero yo estaba descalzo porque había dejado mis chanclas en casa de mis abuelos (no comprendo porqué mi mala costumbre de salir descalzo de casa cuando era niño), así que para evitar accidentes tu te quitaste las tuyas y me dijiste que me las pusiera, aunque me quedaron muy apretadas mi corazón se quedó pequeño ante la grandeza del tuyo. La persecución de los perros fue poca, pero logramos esquivarlos. 

Cuando nos hicimos adolescentes todo había cambiado, cada quien escogió sus caminos, para tu temprana edad comenzaste a descubrir cosas de las que yo todavía me alejo, iniciaste una vida de adulto siendo tan joven, pero aun así siempre cumplías tus sueños. Te perdí la pista por más de siete años, que se dicen fácil, pero para ti estuvieron llenos de tantas historias, todavía recuerdo aquel día que me miraste con los ojos mojados que te irías a la ciudad de Valencia y que no tendrías fecha de retorno. Aunque aparenté apatía yo también me despedí dolido por no saber cuando volvería a verte. 

Había ido a un taller cerca de mis abuelos a reparar el vehículo de mis padres, en ese instante te vi pasar, no podía creer que te veía y corrí tras de ti a abrazarte y preguntarte como habías estado y que había ocurrido en todos estos años. Ahora trabajabas  y eras padre de tres hijos, definitivamente habías estado muy ocupado, pero todavía recuerdo tu sonrisa y el brillo en tus ojos cuando me dijiste el nombre de tu primer hijo, el cual habías prometido darle luego de escoger ese nombre para los videojuegos que solíamos jugar de niños. 

Me gradué, inicié mi vida profesional en un medio de comunicación y desde entonces no supe de ti, hasta que un día me contaron tus familiares que por malas decisiones te habían detenido y estabas en la cárcel. Nunca te busqué de nuevo, ni pregunté por tu condición, solo no podía creer aquello en lo que te habías convertido. 

Debido a circunstancias políticas y económicas en mi país, como muchas personas, decidí irme al exterior a buscar más oportunidades, aquí comencé una nueva etapa en mi vida. Un día mi madre me hizo una vídeo-llamada justo mientras salía de mi trabajo y mi sorpresa fue que cuando contesté apareciste tú en la llamada en vez de mi madre. Me sentí tan contento que estuvieras bien que ese día fue diferente y maravilloso para mi, lo que significaba que ya habías salido de la cárcel y estabas sano y salvo. 

 Ese día me dejaste un número de teléfono y comenzamos a tener una comunicación más activa a pesar de los siete mil kilómetros de distancia que nos separaban. Un día me sentí tan orgulloso de que pudieras trabajar en tus sueños, todavía conservo los audios en los que me contaste que habías decidido trabajar como repostero y que también estabas vendiendo varios tipos de queso, para poder mantener a tus hijos. 

7:16h del sábado mi corazón se estremeció. Recibí un mensaje en el que me informaban que te habían asesinado. Sin poder contener el fuerte dolor que se acumuló en el pecho comencé a gritar deseando que todo fuera una broma, pero no, habías fallecido, ya no estarás allí para cuando regrese a mi país. Ya no estarás allí para compartir historias juntos, ya no estarás allí para correr por las tierras de mis abuelos. 

En honor a ti mi amigo, cuyo espíritu está con Dios te dedico esta primera entrada en el blog porque se que desde donde quiera que estés, estarás orgulloso de mi y ahora recorrerás el mundo como un ángel a mi lado. Amigo, hermano y compañero aunque no tuvimos la misma suerte, para mi la mayor fortuna que me quedará será tu hermoso recuerdo. 

Y como dijo el poeta y escritor venezolano Andrés Eloy Blanco:
...Si queda un pintor de santos, 
si queda un pintor de cielos, 
que haga el cielo de mi tierra, 
con los tonos de mi pueblo, 
con su ángel de perla fina, 
con su ángel de medio pelo, 
con sus ángeles catires, 
con sus ángeles morenos, 
con sus angelitos blancos, 
con sus angelitos indios, 
con sus angelitos negros, 
que vayan comiendo mango 
por las barriadas del cielo.


Comentarios

Artículos más leídos

Venezuela: el consenso contra la autocracia

El voto extranjero: ¿causa o consecuencia de la posible transición en Venezuela?