El rostro humano de la migración venezolana en España

 


El rostro humano de la migración venezolana en España

Son más de 200.000 los venezolanos que residen en España según el Instituto Nacional de Estadística, pero más que cifras, se suman un montón de historias de quienes con mucho esfuerzo y coraje dejan todo para buscar oportunidades en otro lugar.

La situación económica en la cual está inmersa Venezuela ha provocado una ola de migración masiva por todo el mundo. Entre el 2014 y el 2020 España ha recibido 104.812 solicitudes de protección internacional según datos aportados por la ONG Red Reto.
 
En este sentido, cada persona emigra con objetivos y bajo circunstancias diferentes, cuando se habla de cifras, se deshumaniza el esfuerzo y sacrificio que esto conlleva.
 
A lo largo de estas líneas, asignaré un nombre y apellido de propia invención para humanizar el rostro y las circunstancias en que algunos han ingresado a España, independientemente de la modalidad de residencia, todos tienen mucho que contar.

La diáspora venezolana en España 

 
Pedro González, mayor de edad, recién graduado de Derecho, decidió partir a España porque tenía la nacionalidad y unos ahorros para viajar. 
 
Pedro no tuvo problemas para gestionar la residencia y comenzar a buscar trabajo. Por otro lado, el alquiler, los servicios y el costo de la vida en general le enseñó a Pedro que, aunque mejoró su calidad de vida, el costo del día a día se paga con algo más valioso que el dinero, su tiempo. 
 
Ya son 6 años desde que Pedro está en España, aunque no pudo ejercer, decidió enfocarse en otras áreas, hoy Pedro está casado y, aunque no tiene pensado regresar a Venezuela, sus anhelos de visitar su tierra algún día se mantienen intactos. 
 
María Carla Tamayo, contadora, trabajó durante 10 años como gerente en una importante compañía familiar de su ciudad natal en Venezuela, la crisis le obligó a tomar decisiones precipitadas para garantizar el futuro de su hija y su esposo. 
 
Al llegar a España tuvo que trabajar en negro mientras esperaba la aprobación de su residencia, limpiaba casas, cuidaba niños y a personas mayores, mientras su esposo trabajaba para una empresa de delivery. 
 
Luego de un par de años, María Carla y su esposo pudieron alquilar un pequeño piso en Madrid y ahora están ganando salario mínimo y su hija retomó los estudios. 
 
Por su parte, Mercedes Rodríguez, periodista y conocida presentadora de televisión en medios nacionales en Venezuela, decidió pedir residencia por razones humanitarias en España, luego de haber vivido unos años en Colombia, Perú y Chile para poder reunir el dinero necesario para pagar el billete aéreo, por fin llegó a su destino. 
 
Contenta de haber logrado su objetivo, se dedicó a trabajar en negro los meses que duró la gestión de su residencia, desde trabajar en bares, hasta llevar las redes sociales de algunos clientes para poder costear su habitación. 
 
Mercedes logró conseguir la residencia y ahora vive en un pueblo al sur de España trabajando como teleoperadora de forma remota.  
 
Juan Hernández, padre de familia, ingeniero civil de carrera y director de empresas conocidas en su localidad, decidió partir a España a pedir asilo para poder ayudar a su esposa e hijos a mejorar su calidad de vida. 
 
Durante el primer año sus ahorros se agotaron porque su trámite se vio afectado por el vencimiento de su pasaporte venezolano, por lo que tuvo que demorarse más de lo normal su residencia. 
 
Juan, quien como podía enviaba dinero a su familia en Venezuela, tuvo que dormir en la calle y en algunos centros de acogida, recibir ayudas de distintas organizaciones, hasta conseguir la residencia. 
 

De números a rostros

Así como Pedro, María, Mercedes y Juan, son cada vez más historias las que se escriben a lo largo del mundo, no son cifras las que emigran de Venezuela, son personas, familias, jóvenes y adultos, quienes con mucho esfuerzo y coraje dejan todo para buscar oportunidades en otro lugar. 
 
Según La Plataforma de Coordinación Para Refugiados y Migrantes de Venezuela hasta la fecha son 7.100.000 de venezolanos los que emigraron al extranjero. Cada uno de ellos representa una historia llena de sueños que, todas juntas, están construyendo la historia de Venezuela a lo largo y ancho del planeta.
 
Las voces de cada migrante, además de llevar nuestras costumbres y gastronomía dondequiera que se asienten, seguirán teniendo un valor incalculable en la toma de decisiones de las instituciones venezolanas, cuyos ciudadanos extranjeros en otras tierras, jamás dejarán de llevar con orgullo los colores de nuestra bandera.   

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